La sal, el gran enemigo de nuestra tensión arterial

El consumo elevado de sal es el principal factor que incrementa las cifras de presión arterial. Sin embargo, aunque la Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo diario de hasta 6 gramos de sal, en España muchas personas, incluso los hipertensos, toman entre 10 y 15 gramos diariamente.






Hablamos de Hipertensión cuando se detectan cifras de presión arterial por encima de un valor que, por consenso, se ha fijado en 140/90 mmHg. La primera cifra es la llamada presión arterial sistólica y la menor presión arterial diastólica. En el mundo, se estima que más de 1.500 millones de personas tienen las cifras de presión arterial elevadas.

En el caso de España, su incidencia entre la población general adulta es de aproximadamente un 35 por ciento, llegando hasta el 40 por ciento en edades medias y a más del 60 en las personas mayores de 60 años. Así, “afecta en total a más 12 millones de individuos adultos y, por tanto, se considera un problema de salud pública”, explica el doctor Pedro Aranda, presidente de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA).

Respecto al control se estima que en nuestro país el 90 por ciento de los individuos mayores se ha tomado la presión arterial al menos una vez en el último año, y según los últimos estudios, sólo el 32,8 por ciento de los hipertensos estaban correctamente controlados, porcentaje que bajó al 16,8 si consideramos los hipertensos que tienen otros factores de riesgo como la diabetes o la hipercolesterolemia, también importantes en el riesgo de desarrollar algún evento cardiovascular.

Sin embargo, los expertos insisten en que “contamos con los medios para que no haya ningún paciente hipertenso que no esté controlado”, señala el doctor Aranda. Tanto las medidas higiénico-dietéticas como los fármacos han demostrado una gran eficacia, aunque siempre son las primeras las que se han de adoptar en un principio.



La sal como factor desencadenante
La alimentación es indudablemente uno de los pilares básicos en la prevención del riesgo cardiovascular. En este contexto y aún más cuando hablamos de pacientes con hipertensión arterial, la sal juega un papel determinante, ya que se estima que 3 de cada 10 hipertensos lo son como consecuencia del consumo excesivo de sodio.

Y es que, la sal es el principal factor que incrementa las cifras de presión arterial. Por ese motivo, este año SEH-LELHA celebró el pasado 17 de mayo el Día Mundial de la Hipertensión bajo el lema “Sal e hipertensión arterial”.

Algunos estudios llevados a cabo en los últimos años han demostrado la relación directa que existe entre la ingesta de sal y el incremento de los niveles de presión arterial. Por ello, ahora sabemos que “reduciendo el consumo de sodio a los niveles aconsejados disminuiría la presión sistólica -valor máximo de la tensión arterial- en 2,1 milímetros de mercurio (mm de Hg) y la diastólica -valor mínimo- en 0,2 mm de Hg.

Estos datos, aunque puedan parecer modestos, no lo son, ya que si los pacientes redujeran su presión sistólica en 3 mm de Hg, también descendería significativamente el número de ictus e infartos, tal y como destaca el doctor Pedro Aranda, presidente de la SEH-LELHA.

Y es que, tal y como destaca este experto, desde el punto de vista de las alteraciones que padece el paciente hipertenso la sal juega un papel muy importante, porque no sólo sube la presión, sino que es capaz de aumentar el tamaño del ventrículo izquierdo, contribuye al desarrollo de accidente vascular cerebral o al desarrollo de insuficiencia renal crónica.



Alimentos ricos en sal
“No existe ningún alimento absolutamente prohibido en estos casos, ni ninguno que haya que comer en exclusiva. Por el contrario, hay que hacer dieta variada, procurando reducir la ingesta de los alimentos ricos en calorías”, explica el doctor Pedro Aranda.

La ecuación es sencilla: “hay que tener una dieta equilibrada, apetecible y variada”, apunta este experto. Eso sí, conviene recordar, en el caso de la sal, que la Organización Mundial de la Salud aconseja un consumo diario de hasta 6 gramos. Aún así, en España “muchas personas, incluso hipertensas, toman entre 10 y 15 gramos diarios de sodio”, destaca la doctora Olga González, endocrino del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y secretaria de la junta directiva de la SEH-LELHA.

Además, también es necesario recordar que el sodio que consumimos no procede únicamente de la acción directa de añadir sal en las comidas, sino que determinados alimentos llevan sal en su propia composición y algunos la utilizan como conservantes. De hecho, “el 75 por ciento de la sal que consumimos proviene directamente de los alimentos”, señala la doctora González.

Por ello, los expertos señalan que una medida eficaz y al alcance de cualquiera es dejar de utilizar el salero. Según el presidente de la SEH-LELHA, “de esta forma se consigue reducir el consumo en un 25 por ciento”. Asimismo, si se consiguiera reducir a la mitad el contenido de sal en los restaurantes y comidas preparadas se podrían reducir a nivel mundial cerca de tres millones de muertes al año. Por ello, la OMS hace una llamada a todos los gobiernos para llegar a esta cifra en los próximos diez años.



Hipertensión y enfermedad cardiovascular
Una de las consecuencias más graves que tiene la hipertensión es la “estrecha relación” que mantiene con las enfermedades cardiovasculares. Y es que, más del 70 por ciento de los pacientes con una enfermedad coronaria, cerebrovascular o arterial periférica padecen también hipertensión arterial, lo que la sitúa como el principal factor de riesgo que produce mayor morbimortalidad cardiovascular en estos casos, según explica la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Por ello, para esta sociedad médica es tan importante hacer llegar a la población general la importancia de prevenir, detectar y tratar las enfermedades cardiovasculares, renales y cerebrales provocadas por la presión arterial elevada, tal y como destaca la doctora Pilar Mazón, presidenta de Sección de Hipertensión Arterial de la SEC.

Y es que, de hecho, como consecuencia del aumento de la prevalencia de la hipertensión arterial en relación a la edad, las complicaciones cardiovasculares son más frecuentes a medida que la población envejece y "la mitad de los fallecimientos de origen cardiovascular a partir de los 50 años son atribuibles a la hipertensión arterial, cifra que aumenta después de los 60 años", señaló esta experta.

En este sentido, cobra especial importancia la coincidencia de determinados factores de riesgo, como es el caso de la coexistencia de diabetes e hipertensión arterial, "tanto por su frecuencia como por la dificultad de conseguir un buen control en estos pacientes". Lo mismo ocurre con el sobrepeso y la obesidad, que junto con la hipertensión aumentan el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares.



Tratamientos eficaces
Tanto las medidas higiénico-dietéticas como los fármacos han demostrado una gran eficacia en el tratamiento de la hipertensión. Respecto a las primeras, los expertos destacan que evitar el sobrepeso, realizar actividad física periódica y no fumar, son las claves para evitar riesgos.

Además, está demostrado que la implantación de estas medidas evita, en muchos casos, la necesidad de utilizar fármacos. “Entre un 10 y un 15 por ciento de los pacientes hipertensos no tendrían que tomar medicamentos sólo con seguir estas recomendaciones”, señala el doctor Aranda.

Con respecto a los tratamientos farmacológicos, los expertos destacan que la eficacia de éstos frente a la hipertensión arterial está claramente comprobada. Sin embargo, aclaran que estos beneficios que se observan en los ensayos clínicos parecen no llegar a la práctica clínica, fundamentalmente, debido al incumplimiento terapéutico de un gran número de pacientes.

Por tanto, la causa principal de que no se controle adecuadamente a los pacientes hipertensos es su falta de cumplimiento de estos tratamientos. Y es que, “el 85 por ciento de los pacientes no aplican las medidas higiénico-dietéticas que recomiendan los especialistas y el 40 por ciento incumple la terapia farmacológica”, destaca la doctora Nieves Martell, del Grupo de trabajo de Cumplimiento de SEH-LELHA.



¿Por qué no se cumplen?
El incumplimiento del tratamiento farmacológico es un fenómeno complejo, en el que influyen múltiples factores. Aunque hasta el momento no se ha definido un perfil claro del paciente incumplidor, en la práctica resulta frecuente encontrar en un mismo paciente períodos de su vida durante los que sigue las pautas de tratamiento establecidas por su médico y otros en los que no.

“En estos casos influyen factores laborales, familiares y de salud”, destaca la doctora. La edad es otra de las variables que afecta en este aspecto. De hecho, “es más frecuente el incumplimiento y el abandono de la medicación en los pacientes más jóvenes, debido a la falta de concienciación de los riesgos de la enfermedad”.

Además, existen algunos condicionantes que dificultan el cumplimiento terapéutico de estos pacientes. Así, la falta de información sobre la enfermedad es uno de los más frecuentes. Según el doctor Aranda, “cuanto más sepa el paciente sobre su enfermedad y sobre el tratamiento, mejor realizará su terapia”.

Por otro lado, los olvidos de la toma de la medicación -principal causa de incumplimiento-, el miedo a la aparición de efectos adversos y la falta de soporte social, familiar y sanitario, son algunos de los problemas que afrontan diariamente estos pacientes. En estos casos, la información sobre la patología y sobre las terapias es fundamental.


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