Sorpresa y enojo tras la decisión de General Motors de no vender Opel

El nuevo ministro alemán de Economía, el liberal Rainer Brüderle, calificó como “completamente inaceptable” la decisión del fabricante estadounidense General Motors (GM) de no vender su subsidiaria alemana Opel al fabricante de componentes austro canadiense Magna y al banco ruso Sberbank, como estaba previsto. Ambos adquirían el 55 por ciento de las acciones de Opel, y GM conservaría el 35 por ciento. El diez por ciento restante sería destinado a los trabajadores del grupo automotor NewOpel.



El Gobierno alemán otorgó un crédito de 1.500 millones de euros para evitar la quiebra de las plantas alemanas de Opel que de declarar la insolvencia ponían en peligro a unos 50.000 puestos de trabajo. De esa línea de crédito fueron ocupados 1.100 millones de los cuales han sido devueltos 200 millones. Opel debe todavía 900 millones de euros al Gobierno federal y los estados federados en donde se encuentran las fábricas del grupo.



Opel también tiene plantas en el Reino Unido, España, Polonia y Bélgica. Los planes iniciales de venta habían sido rechazados por las plantas de Opel en España y el Reino Unido, que no estaban conformes con la propuesta del fabricante austrocanadiense y hacían lo posible por retrasar la operación.






Consecuencias en las relaciones trasatlánticas



La decisión anunciada en Detroit fue un trago amargo y una afrenta para la canciller alemana Angela Merkel, que volaba de regreso a Berlín después de haber pronunciado un histórico discurso ante el Congreso estadounidense y haberse reunido con el presidente Barack Obama. El jefe del grupo parlamentario del partido de Los Verdes, Jürgen Trittin, acusó a Merkel de haberse dejado extorsionar por el grupo estadounidense, al otorgar un financiamiento puente sin exigir nada a cambio.



Desde mayo el gobierno alemán tomó parte en intensas negociaciones para lograr la venta de Opel y salvarla de la quiebra junto con la matriz estadounidense. “Con esta decisión se quebró un proceso de inversión que durante un período de más de seis meses fue conducido por todos los involucrados, incluyendo a GM”, declaró el portavoz gubernamental Ulrich Wilhelm.



El jefe del Estado de Hesse, Roland Koch, no ocultó su enojo. “Ante las experiencias negativas de los últimos años con la política empresarial de GM me preocupa mucho el futuro de la empresa y sus puestos de trabajo”, declaró en un comunicado.





Vuelco inesperado



Sorpresivamente el consejo de administración de General Motors confirmó desde su sede en Detroit que no venderá la subsidiaria alemana Opel ni sus demás subsidiarias europeas como estaba previsto. El grupo estadounidense dijo que saneará la producción automotriz europea y presentará un plan al gobierno alemán. El presidente de GM Fritz Henderson estimó los costos de una reestructuración en unos 3.000 millones de euros.



Henderson destacó que la salud financiera y la estabilidad de GM ha mejorado sustancialmente en los últimos meses. El gigante automotriz salió en un tiempo récord de un proceso de insolvencia con la promesa de recibir ayudas por 50.000 millones de dólares del Gobierno estadounidense, que asumió un 60 por ciento de la empresa reestructurada. El vuelco inesperado en la estrategia de GM es interpretado como la única alternativa para asegurar la competitividad del grupo a nivel global.



Berlín había asegurado ayudas por 4.500 millones de euros que tenían que ser autorizadas por la Comisión Europea. Varios países de la UE con plantas de producción de Opel, entre ellos España temían que las ayudas del gobierno alemán favorecerían únicamente a las plantas alemanas.



Huelgas en toda Europa



Analistas auguran que la decisión tendrá profundas consecuencias en las relaciones entre Europa y Estados Unidos, provocando una gran irritación en Berlín e incertidumbre en todos los países en donde hay plantas de Opel. Los comités de empresa de las plantas alemanas de la automotriz Opel y los sindicatos del ramo llamaron a huelgas de protesta. Unos 55.000 empleados en las cuatro fábricas alemanas de Opel fueron convocados a huelgas de advertencia que se extendrán a toda Europa.



Los trabajadores temen el cierre de plantas y despidos masivos. “Es un día negro para Opel”, dujo Klaus Franz, presidente del comité de empresa europeo de Opel. Los trabajadores darán marcha atrás a la decisión de asumir amplios recortes salariales para contribuir al saneamiento de la empresa a cambio de una participación en NewOpel.



EU/dpa/reuters

Edición: Enrique López

fuente: http://www.dw-world.de

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